Opinión

Hay que creerle al Comandante en jefe del Ejército y todo se ha hecho para proteger a las víctimas

14 Septiembre 2017

Las palabras del Ministro del Interior, los argumentos del ex Presidente Lagos sin mencionar la declaración de del Comandante en Jefe del Ejército producen un sabor de amargura y de justificación de la impunidad.

Columna de opinión publicada en La Tercera, 14 de septiembre de 2017.

El Centro de Derechos Humanos de nuestra Facultad ha realizado un seguimiento sistemático de las causas de violaciones a los derechos humanos bajo la dictadura a través de nuestro Informe Anual de Derechos Humanos desde el año 2002. La obtención de una justicia tardía, esa que nunca llega, ha estado marcada por una férrea resistencia y negación de información de parte de las instituciones involucradas y aquellos que participaron directamente, aquellos que encubrieron y que han intentado sembrar la idea de que toda la información se ha entregado y que no hay más que hacer. No se puede olvidar que las causas por investigación de desapariciones y ejecuciones dieron un giro vuelco con la detención del General Pinochet en Londres instalándose  una mesa de diálogo que recabaría todos los antecedentes que pudieran ser entregados en forma anónima durante el gobierno del Presidente Frei.  Se le pidió a los familiares de las víctimas que había que creer los resultados de la Mesa de Diálogo.  La Mesa se convirtió, de facto, en un nuevo espacio para establecer que todas las víctimas asociadas a las querellas e investigaciones contra Pinochet estaban muertas en ciertas fechas, las investigaciones judiciales demostraron que aquello era falso. No se puede repetir el mismo error, porque ya no se trata de negligencia por falta de información, de ingenuidad política sino es un entramado que protege a instituciones a sabiendas que aquella información existe.

Es un error del Presidente Lagos decir, que el secreto de 50 años establecido respecto a la Comisión de Prisión Política y Tortura sobre los nombres de perpetradores se hizo para proteger a las víctimas, y en especial a las mujeres violadas. La ley vino con posterioridad de haber recabado los testimonios de más de 37 mil hombres y mujeres. Los estudios realizados por organizaciones feministas y de los esfuerzos de las mujeres, hoy querellantes en casos de tortura, señalan con claridad que no hubo una intención siquiera de preguntar sobre violencia sexual, la violación apareció como un relato espontáneo de las víctimas.

Concordamos que algunas víctimas efectivamente no querían ser calificadas y que solo querían que se conocieran sus testimonios, muchas otras nunca se acercaron a dar sus testimonios a la Comisión Valech, pero será la labor de los tribunales de justicia citar a aquellas que pudieran ser nombradas en el informe y que puedan refrendar su deseo de que sus identidades se conozcan.  Son escasos los procesos judiciales exitosos en contra de los perpetradores de torturas, algunas de esas víctimas han muerto, mientras que sus captores están vivos, reclamando que la justicia es revanchismo.  No es aceptable, más allá del respeto a las víctimas y sus familiares, decir que el secreto se hizo por las víctimas. Decir aquello es torcer la historia para justificar lo que nunca fue justificable.

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