Opinión

Entrevista a Profesora Lidia Casas: La pandemia de la violencia contra las mujeres en tiempos de COVID-19

14 Abril 2020

Entrevista publicada originalmente en El Mostrador el 10 de Abril 2020

Una de las consecuencias que ha dejado el avance del Covid-19 a nivel mundial, es el aumento de la violencia contra las mujeres, disparando las cifras de denuncias y llamados a los fonos de ayuda que han ofrecido los gobiernos para ayudar a las víctimas que en medio de la cuarentena se ven obligadas a pasar tiempo con su agresor. Sobre este fenómeno y más conversó con El Mostrador, la abogada, directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales y experta en género, Lidia Casas.

El Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género reveló que las llamadas al fono de ayuda 1455, disponible las 24 horas del día para las mujeres que lo necesiten puedan recibir la asesoría necesaria en estos casos, aumentaron en un 70%. Frente a este escenario Casas señaló que “las mujeres, en tanto grupo, también requieren un foco de interés porque el confinamiento con sus agresores aumenta considerablemente el riesgo. El Estado no se ha paralizado, han cambiado los focos, y las aproximaciones a los problemas. Aquí los actores del sistema de justicia, incluyendo las policías estén más conscientes de la situación de riesgo de las mujeres, que el Ministerio Público solicite medidas cautelares de alejamiento o modifique aquellas medidas de protección de las cuales dispone autónomamente en aquellos casos denunciado”.

Agregando que en el contexto actual, el Ministerio Público no puede hacer solo todo el trabajo de protección, es por eso que se requerirá un especial esfuerzo del Ejecutivo.

“Existen los centros de violencia contra la mujer, y habrá que asegurar que mantengan sus líneas telefónicas abiertas. Esos centros son alertados de las situaciones que están viviendo, por lo cual están en condiciones de accionar los dispositivos locales para protección a las mujeres. Las visitas e intervención a domicilio de la policía son importantes, pues da una señal de que las mujeres no están solas. Algo similar puede hacer con los dispositivos de seguridad que existen en algunos municipios”, afirmó.

La abogada, señala que las casas de acogida históricamente han sido una salida para las mujeres en situaciones críticas y que en general están siempre con escasos cupos. “La mayor dificultad es si los jueces ordenan la salida del hogar común, o bien el Ministerio Público disponga de mayor presupuesto o el Ejecutivo disponga la utilización de hospedaje en instalaciones que hoy no tienen uso como hoteles. Esto se ha hecho en Canadá donde las casas de acogida ya colapsaron”.

La experta en género también se refirió al primer caso del interno en la cárcel de Puente Alto que dio positivo para coronavirus y “se le mantuvo en prisión y no fue enviado a su domicilio porque el cumplimiento alternativo tenía otros riesgos ya que volvería al lugar donde vivía con o en proximidad con su víctima, padre octogenario, a quien había agredido más de una vez pese a la medida cautelar impuesta. Así lo correcto es compatibilizar evitar el contagio al resto de la población penal manteniendo al interno aislado en el hospital del penal o bien ordenar su traslado a un centro u hospedaje sanitario”.

“Esa alerta también significa que los y las fiscales cuando solicitan las tradicionales medidas de protección dejen de hacerlo mecánicamente que no consideran el contexto, solicitando plazos claros para la salida del hogar común como es la “prohibición de acercamiento”. De solicitar, tener claro de cómo se implementará dado este nuevo contexto. Si los imputados no tendrán que ir a firmar mensualmente, la labor para otros colaboradores será relevante. El rol de las policías para asegurar el cumplimiento de las medidas de alejamiento con visitas regulares a los domicilios”, añadió.

¿Qué medidas se podrían tomar para proteger a las víctimas en estas circunstancias y ampliar su red de apoyo?

Existen actualmente redes comunitarias entre vecinos cuando suceden asaltos o robos en la comunidad. Aquí cobra relevancia las autoridades para que pensemos en estas redes haciendo un llamado público a que mujeres los utilicen o bien que los vecinos intervengan. Si el mensaje es “nos cuidamos todos de la pandemia”, eso significa comprometerse también con el entorno en este contexto y requiere explicitar que la seguridad de las personas va más allá del portonazo a mi vecino, es comprometer al vecindario al resto de la comunidad para intervenir, por ejemplo, llamando a la policía y que las víctimas no se sientan solas. La seguridad pública, pues las mujeres son agredidas en los espacios privados. Significa adoptar una narrativa distinta. Es la subsecretaría Martorell, la Ministra de la Mujer y el Ministerio Público que deben hacer esos llamados con mucha claridad.
En cuanto al ámbito legislativo y la propuesta de algunos alcaldes del país de imponer una ley seca durante la cuarentena, ya que el alcohol podría aumentar las agresiones contra las mujeres, la abogada señaló que “lamentablemente, el alcohol está presente, puede ser un factor de riesgo, pero no todos los que maltratan y golpean son consumidores excesivos de alcohol. La ley seca podría ayudar, pero no se ha reportado como una medida que yo conozca adoptada en otros países. En situaciones de catástrofes estas medidas se han ordenado, y como señala la Diputada Ossandón no bastará con las botillerías, pues los supermercados pueden abastecer de alcohol a la comunidad”.

Para Casas todas las formas de violencia han estado presente, algunas muy silenciadas como es la violencia sexual. “Los efectos de la violencia económica es posible que se agudizarán con la crisis económica que ya experimentamos, pues al menor empleo, habrá más mujeres con dependencia económica o también que ante el temor de la pérdida de sustento las mujeres no mantengan las denuncias que han formulado en contra de sus agresores, algo que aparece claramente en los estudios que hemos realizado”.

El período de cuarentena agudiza los problemas de convivencia, “se agudizan las tensiones domésticas, el trabajo doméstico y el cuidado de niños o personas mayores o enfermas. Hay un estrés de base para toda la población, la pérdida de empleo, la incertidumbre, pero se van adicionando otros factores que hacen que van agudizando las tensiones familiares cuando las mujeres no pueden “renunciar” a dejar de hacer ciertas cosas como es toda la carga del trabajo doméstico, y mantener el teletrabajo. Algunos varones esperan ser servidos, y las solicitudes de una distribución equitativa del trabajo doméstico no son bien recibidas. Todo esto además se agudiza con hombres violentos en que el estrés adicional rebalsa al ámbito de sus relaciones familiares”.

Sobre la situación mundial, ONU Mujeres dijo que la violencia de género es una pandemia silenciosa, sobre esto Casas manifestó que se debe a los números de las muertes de mujeres cada año no hace que los estados tomen conciencia de lo que sucede a nivel global.

“Se estima que 243 millones de mujeres y niñas entre 15 y 49 años han experimentado violencia de sus parejas en los últimos 12 meses. Pero los números de las lesionadas, mutiladas, y las asesinadas no son un llamado de atención a las autoridades de salud de huellas indelebles que dejan la violencia y sus costos. De hecho, las partidas presupuestarias son pobres para la magnitud del problema y los costos también para las futuras generaciones, ONU Mujeres y otras agencias buscan empujar a los Estados, dialogando con ellos, incentivando a las buenas prácticas, y buscando en ocasiones respuestas a través de la sociedad civil que cumple un rol importantísimo”, finalizó.

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